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ISSN 1989-4163

NUMERO 55 - SEPTIEMBRE 2014

Fustigando al Sexo

Carmelo Arribas

Tras este título cualquiera podría pensar , que lo que viene a continuación, es  un catálogo descriptivo de  prácticas sadomaso, cuyas novedades  permitirían a sus practicantes disfrutar,  más, de esa conjunción extraña de dolor-placer-excitación, algo que a simple vista parece ser una aberración de las leyes de la naturaleza, profanada por la imaginación humana, pero que con frecuencia, encontramos en las relaciones sexuales de los animales, ya sea el pulpo, que casi produce la asfixia de la hembra mientras le introduce con un tentáculo los paquetes de esperma, o la mantis religiosa, algunas arañas y diversos insectos que practican lo que se ha dado en llamar “canibalismo sexual”, ya que se comen  al macho durante el apareamiento.

Pero mi artículo, es cierto que tiene como eje el fustigamiento y el sexo, pero va por otro camino,  más bien por todo lo contrario, por el castigo al placer sexual.

Con  motivo del IV centenario de la muerte del Greco, se celebró del 14 de marzo al 14 de junio, una exposición  en Toledo, con la aportación de muchos lienzos del pintor distribuidos por todas partes del mundo.
Nada más real, que el título que englobaba la muestra: “El Griego  de Toledo pintor de lo visible y lo invisible”.  La falta de proporción clásica de su pintura, hizo que hasta su S. Mauricio, uno de sus cuadros más convencionales, fuera rechazado por Felipe II para el Escorial, y que fuera un pintor casi olvidado, que resucitó como una explosión entre los artistas de finales del XIX, influyendo en pintores de todos los estilos, como Picasso o los modernistas.

De ahí, que para los que no sólo ven lo que constituiría el cumplimiento de un encargo, sino que esperan encontrar a “willi” o sea, el mensaje para los iniciados, escondido entre las figuras, estudiar esos símbolos, para descubrir su intencionalidad, resulta sumamente interesante, y esto es lo que descubierto en un cuadro,  que parece sumamente convencional, hasta que te preguntas a qué vienen ciertas figuras, que escapan al sentido de la escena y que de ninguna manera deberían encontrarse allí, a no ser que lo que pretenda no es lo que se ve, sino  otra cosa.

Así pues,  veamos uno de los cuadros más anodinos que se encuentran en la exposición, pero que figura a figura, nos descubrirá ese “fustigar el sexo” con el que comenzaba el artículo. Es “La expulsión de los mercaderes del Templo “ de 1570, de la National Gallery de  Washington.

El cuadro, debió de tener mucho éxito ya que lo repitió con algunas variantes, varias veces.

Si nos colocamos delante del cuadro, lo primero que encontramos, son unas palomas blancas enjauladas. La paloma siempre ha sido considerada como un símbolo de la “pureza”, de la “candidez” (cándido como una paloma), y estas se encuentran enjaulada, podríamos pensar que en el Templo de Jerusalén se vendían estas para los sacrificios, pero en modo alguno las colocaría junto a una mujer con un pecho desnudo en actitud erótica, que coloca su mano sobre la tapa para evitar que estas salgan. Más a la derecha nos encontramos otra figura simbólica, que aparece bien definida como  “símbolo de fecundidad y lujuria”, en muchos cuadros, como vemos en el Jardín de las Delicias del Bosco, el conejo. Pero es que además, ellos están junto a unas monedas de una bolsa, lo que nos trae a la mente la idea de; sexo pagado. Más adelante se encuentra otro símbolo clásico de “pureza” y virginidad, el cordero, que llevan como símbolo, vírgenes como Santa “Agnes” (cordero) llamada popularmente  Santa Inés. Y este cordero está atado  y maltratado. Y si subimos la vista nos encontramos con una extraña figura, ¡una perdiz¡ Pero esta duda se aclara, cuando se acude  a un diccionario de símbolos y este nos habla de los diversos sentidos que tiene en la iconografía románica.  Y estos se basan  en la facilidad de la perdiz para el engaño,  pero es  que además los pájaros en general,  entre otros significados, como se dice en el Apocalipsis de S. Juan  al hablar de Babilonia la cita como “ la prisión  de los espíritus impuros, la jaula de los pájaros inmundos y odiosos” o mas modernamente, Loeffler,  afirma que “el pájaro como el pez, era en sus orígenes un símbolo  fálico” , Y sigamos con nuestro recorrido iconográfico, vemos a un anciano que  tiene la mano sobre una cesta llena de pan. ¿Tiene esto algo que ver con la garantía y seguridad de la subsistencia para aquella se junte con él? Posiblemente, con lo que este significado se completaría  con la figura de la joven que lleva una cesta vacía y en la otra parte colgado un “gallo “, símbolo de una virilidad desaparecida. Pero quizás lo más llamativo en este cuadro, en el que los “mercaderes “ no se inmutan, sea la figura del joven que muestra al espectador su trasero, pero que es  al único en todo el lienzo, al que no se le ve la cara, y contra el que, si seguimos la trayectoria del látigo y la vista de Jesús, descargará el golpe. Evidentemente se trata de castigar el “pecado nefando “,  como llamaban a las relaciones homosexuales,( palabra del latín “nefas”  tiene una larga lista de significados, cuyo  menos agresivo es “no permitido”), y este sentido de fustigar la homosexualidad tiene su confirmación en dos detalles; Uno, que está sobre una mujer, semidesnuda, pero no la toca, y dos, que los únicos jóvenes  de todo el cuadro, con el torso desnudo y que huyen de la flagelación, están junto a él. Se podría seguir examinando el lienzo y nos depararía múltiples sorpresas, pero  creo que lo analizado es suficiente para ver que la escena del relato evangélico de la Expulsión de los mercaderes del Templo, es sólo un mero subterfugio que nada tiene que ver con el mensaje que deseaba  dar el Greco, y que lo que sí quería azotar, era; al mundo del sexo.

 

Expulsión de los mercaderes

 

 

 

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