Nueva York es el paradigma del siglo XX. Es la capital real del imperio más poderoso conocido en la Historia en su momento quizás más álgido. Y como toda capital imperial, su crisol es infinito. Sólo lo más temerarios osan intentar abarcar su infinitud en busca de un Aleph borgiano. No es el caso de Sánchez-Pando. En “De paseo por la ciudad que murió de éxito” no nos descubre el Aleph, sino que se asoma al mismo y de forma fugaz nos describe los destellos que su experiencia le ha sugerido. La prosa limpia del libro compone breves relámpagos de instantáneas que impresionan la retina del escritor y que, paradójicamente, acaban por lograr que el lector acabe forjando en su mente el espíritu inabarcable de la megalopolítica Nueva York. A lo largo de sus breves 92 páginas, que uno desearía que se extendieran, conocemos de la mano de Sánchez-Pando a numerosas personalidades que resumen lo universal en lo concreto: judíos, negros, inmigrantes, yuppies, músicos, modelos –Liv Tyler, Cindy Crawford-, taxistas desquiciados, alienados por la publicidad, rastafaris…, en los que, con habilidad, es la personalidad del autor la que, al tiempo que nos presenta esos múltiples caracteres, se va descubriendo a sí mismo, velo tras velo, al situarse como subjetivo observador de todos ellos. Pero también están allí las faunas de la ciudad que nunca duerme: las ratas que crecen en tamaño y osadía según te alejas del centro de Manhattan, las ardillas suicidas, reflejo animal de lo sucedido a los indios americanos y los esquimales, los minúsculos Chihuahuas… Y cómo no, sus calles y avenidas, sus museos, cines, bibliotecas y librerías de viejo, su clima indescifrable, sus escaparates culturales, su tensión continua… El espacio temporal de “De paseo por la ciudad que murió de éxito” es breve y finaliza de modo elegantemente brillante con el 11S como telón de fondo. Todo ello, en fin, acaba conformando un retal que consigue que quien no conoce Nueva York, o lo ha hecho de modo breve, se hace una idea sorprendentemente completa de lo que es la ciudad. Y quien ha pateado sus calles durante largas temporadas se ve reflejado en las páginas del libro.
Y sí, quien esté interesado por Nueva York, bien porque le atrae su oropel de poder y frenesí, bien porque desea argumentar su inquina por ella y lo que significa, no debería dejar de leer “De paseo por la ciudad que murió de éxito”.
