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ISSN 1989-4163

NUMERO 56 - OCTUBRE 2014

Berlín Vintage

Julio Llamazares

Autor: Óscar M. Prieto. Tropo Editores. 2014. 510 páginas. 20€

Hay más ideas en una página de esta novela que en muchas de las novelas que se publican continuamente hoy. Y hay más aliento poético en su escritura que en la mayoría de los libros de poesía que se publican continuamente también.

Y, sin embargo, se trata de una novela, no de un ensayo ni de un tratado de poesía, pese a que lo anteriormente dicho pueda confundir a alguno. Me apresuro a precisarlo porque sé que hay muchos lectores que, obnubilados por la edición dominante, creen que la novela es autónoma, una suerte de género incontaminado que nada debe a los otros géneros, incluso que nada ha de deberlos para no distraerla de su principal fin, que consideran es el de entretener. Ocurre que la novela es justamente lo contrario: el antigénero por excelencia, el cajón de sastre de la literatura, como a lo largo de la historia nos han demostrado Cervantes, Flaubert, Proust, Joyce, William Faulkner, Lezama Lima o Cortázar, ese lugar en el que confluyen todos los géneros literarios, incluso las distintas disciplinas filosóficas y artísticas, para formar un género nuevo, ese género mestizo y transversal que, aparte de entretener, debe enfrentar al lector a sus pensamientos, sus sentimientos y sus contradicciones.

A Oscar M. Prieto se le nota que viene de la Filosofía. Lo evidencia en cada pasaje de esta y de otras novelas suyas, que son ya varias. Pero también se advierte que es un pensador furtivo. Quiero decir: que, por encima de su formación filosófica, de su dominio de la tramoya del pensamiento, del arte y de la reflexión abstracta, pertenece a una raza, la de los contadores de historias, que le lleva a actuar como un cazador furtivo, un cazador de palabras, imágenes y ficciones que, aún trufadas de erudición y de pensamiento, se imponen al peso de estos llevando la narración en volandas como corresponde a un relato con todas las consecuencias. Poco da que, como en esta novela, el pintor Caravaggio o San Agustín, el barroco italiano o el romanticismo nihilista alemán articulen la arquitectura de la narración, un viaje paneuropeo por esas ciudades en las que las pasiones de los hombres se confunden con la historia, principalmente Roma y Berlín, los dos pilares de su configuración, o que la historia que se nos cuenta en ella sea una simple disculpa para reflexionar sobre el arte, el amor, el tiempo, la fuerza del destino y de los sueños o las ciudades como metáforas de nuestra condición mortal; al final, en Berlín Vintage , como ya sucediera en Las horas se ríen de mi o en Love is a game , las dos novelas precedentes de Oscar M. Prieto (hay otras dos anteriores: Palabras de carne y hueso y El tercer sacramento , que yo desconozco aún), el narrador se impone al filósofo y el soñador al hombre experimentado y el aire del relato coge altura transportando en su utópica cometa tanto al lector distraído como al que, sorprendido por el arranque de la novela (una persona llega a una conferencia de un escritor que existe en la realidad sobre un pintor que existió también hace siglos), crea que está ante un texto híbrido, una de esas metaficciones o falsas novelas tan de moda en este tiempo, quizá por contraposición a la literatura basura o la de simple entretenimiento. Y así, cuando quiere reaccionar, ya está perdido, que es como yo me he sentido en muchas fases de la lectura de esta novela maravillosa.

Porque – vaya esto por delante – la maravilla de esta novela está en su engañosa sustancia, en el humor que destila y en su profundidad real, en su apariencia de ligereza y en las continuas minas de pensamiento, algo así como filosóficas trampas lingüísticas que explotan al paso de nuestros ojos por las palabras y que iluminan el escenario de la novela a la vez que producen en nuestro ánimo continuas conmociones y sorpresas. Porque – vaya también esto por delante - Berlín Vintage no es un relato para leer relajadamente, ni siquiera con percepción distraída, sino para empantanarse en él y en su niebla constante de pensamientos y sugerencias. Porque, en fin - y no es menos meritorio esto que señalo ahora -, la prosa de Oscar M. Prieto no desmerece, al contrario: las fortalece, de su sabiduría y su formación filosófica, lo que convierte sus novelas en auténticos coups de force con sus lectores, que deberían ser muchos más de los que hasta ahora le premian con su atención, porque (esto no lo digo yo, lo dicen sus libros, y este más que ninguno seguramente) estamos ante un narrador formidable, un cazador furtivo en los bosques de la filosofía como todos lo grandes narradores y poetas de la historria.

Conocí a Oscar M. Prieto por casualidad (por la recomendación de un amigo que lo conocía) y leí su primera novela por compromiso, pero me alegro de que sucediera así porque eso me ha permitido seguir su viaje por el destino de su escritura, que es el de la novela, este territorio extraño en el que algunos nos extraviamos y otros se encuentran.

 

 

 

Berlín Vintage

 

 

 

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