«Besos  tan inexpertos que hacen pensar en los primeros trabajos de imprenta» El cuarteto de Alejandría. Justine.
                    Lawrence  Durrel
Illes  Balears, verano de 1979: a Pilar, Madrid: verano de 2020
                  *
Aquella noche sin estrellas, sin  fogatas,
                    Sin sábanas y sin aliento, pero con  celos,
                    Cosidos a mano, dibuxados,
                    La calma medía versos,
                    La música estremada de tus labios dichosa,
                    La rabia feroz contra los puentes,
                    Contra la luz del día, contra el  café corriendo,
                    Contra las pensiones de ajadas  almohadas enmohecidas,
                    Contra la rutina como cenizas del  tiempo,
                    Con la espalda contra la arena
                    Y la tímida delineación de nuestros  nombres
                    Que, para colmo, eran tan  naturalmente agudos, 
                    Sin esdrújulos ni colores, pero
                    tan arriesgados como tu pelo
                    Como si una planta del pie  anduviera sin tobillos,
                    Como un beso a la bocana del aire,
                    Como un tigre al que contarle sus  rayas 
                    Y ver en sus ojos mi rostro sin  pupilas.
                    Como una pesadilla fue el tiempo  que arrastraba
                    Raíces, tierra, carbón incendiado,
                    Distancias, temores,
                    Besos de esquinas piadosas y dolor  en la piel.
                    Y yo conozco tu boca entera,
                    Cada labio que me contara una  mentira,
                    Cada comisura que se avergonzase,
                    Cada palabra que ya no saliere  espontánea.
                    Tu boca que quema como un incendio  en San Juan,
                    Con todo su Apocalipsis a caballo,
                    Grupa su furia de lenguas, de  fuego,
                    De Espíritu Santo
                    De Torre de Babel, de Aquiles y su C.  P. Cavafis
                    De acentos, de idiomas perdidos
                    Versión original con subtítulos
                    Al oído 
                    En los humedales de nuestros  abrazos.
Así el tiempo, matando olivos
                    Llorando caballos
                    Sembrando panteras
                    Apagando las noches
                    Soflamando el aire, sin vuelo
                    Reparando besos,
                    El tiempo árido, escondido
                    Como cuerpo a tierra.
Dentro de este mi cuerpo sin  cristales 
                    ni espejos, ni pupilas, ni arena
                    Redimido por unos hombros,
                    Por una ola verde de verano
                    Por una playa sin mareas
                    Por una boca entera embriagado
                    Que conocemos de más memorias,
                    De más incendio
                    De más besos 
                    Cuando las palabras se caían de  espaldas
                    Desde la cama al borde de los  brazos,
                    Brizadas, confirmadas, ausentes de  otros nombres,
                    Como tigres avezados a la caza de  los cuerpos:
                    Sencillos, rotundos, reales,
                    Oliendo a ti,
                    Me aprendí tu boca de memoria
                    Al hambre de mis dientes.