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ISSN 1989-4163

NUMERO 57 - NOVIEMBRE 2014

Carmen Dagloria

 

Estuve casi 10 años trabajando en una oficina; organizábamos eventos, reuniones, congreso s, estaba a gusto y tranquila, me gustaba mi trabajo. Hasta que llegó la crisis, y como en tantas otras empresas, y como le sucedió a tantas otras personas, primero me redujeron jornada, y medio año más tarde me despidieron. Al mismo tiempo, durante esos años, impartía clases de gimnasia a horas sueltas, hacía entrenamientos personales… El deporte siempre fue mi gran pasión. Así las cosas no me tomé del todo mal mi despido. Preferí verlo como una oportunidad para renovarme y hacer cosas nuevas.

Durante los dos años siguientes, trabajé dando clases de gimnasia, básicamente Pilates, en diferentes centros y gimnasios. Disfruté muchísimo. Fueron dos años de reflexión y de cambios importantes en mi vida en general. Tuve tiempo de recapacitar y de asentar una idea que hacía mucho tiempo me rondaba por la cabeza: Montar mi propio negocio; ofrecer bienestar a las personas! Salud y bienestar! Y, ¿de qué modo podía hacerlo? Pues de ese que tantas personas disfrutamos; ¡comiendo!

Pensé en buscar productos de calidad, cosas diferentes. Pensé en ofrecer a mi ciudad – Palma de Mallorca- productos de capricho, cosas especiales y difíciles de encontrar en una tienda convencional. Decidida ya a montar mi negocio, viajé a Madrid, a Barcelona y a París. La idea era tomar nota de los productos que se ofrecían en las tiendas de delicatesen, y ver si en la isla podrían funcionar bien o no. Así, fui escogiendo proveedores y productos de alta calidad, ¡todos buenísimos, por cierto!

Para hacer de Dagloria una tiendecita diferente, he apostado también por tener una bisutería y objetos decorativos traídos de Bali y África. Con el tiempo, no descarto ofrecer también libros de gran formato, para regalo o para ser disfrutados por uno mismo.

 

Carmen, ¿cómo se te ocurrió meterte en plena crisis en el mundo de la comida para sibaritas?

A mí me gusta mucho comer, y probar cosas nuevas, y creo que hay mucha gente como yo. Si bien es cierto que los productos que tengo no son muy económicos, también es cierto que son muy especiales, y siempre hay a quien no le importa, más bien lo prefiere, pagar un poco más, y poder tener en su despensa un aceite especial y delicado para preparar, por ejemplo, una buena ensalada. Y, sí, tiempos de crisis, pero, a quien le gusta comer bien, probar un nuevo paté o salsa, seguirá dándose, aunque sólo sea de vez en cuando, un capricho.

¿Qué problemas has tenido a la hora de acondicionar el local?

La verdad es que se retrasó mucho la apertura; ¡algunos días tenía la sensación de que no iba a poder abrir nunca! Si no era el cristalero, era el yesero, si no, una vecina incómoda que no dejaba trabajar a los albañiles, o un trámite mal entendido, o el aire acondicionado, o la rampa de la entrada….. Fue todo lentísimo. Cogí el local el 1 de abril, y he inaugurado la tienda el 1 de septiembre; lo cual me parece absurdo tratándose de un local tan pequeño… Pero ya está. Lo importante es que estoy en marcha.

¿Es complicado tener que tirar del carro completamente sola?

Es muy complicado. Tal vez si hubiese sabido que iba a estar tan sola, no me hubiera lanzado. Pero las mujeres tenemos muchos recursos y sabemos luchar y salir adelante.

Veo que también vendes bisutería. Háblanos de las piezas que tienes en los expositores.

Unos amigos que viajan por todo el mundo me han traído esta maravilla de piezas. Hay pequeños adornos para decorar, piezas únicas de ámbar, turquesa, concha, hueso, jade… ¡Merece la pena verlos!

¿Animarías a nuestras lectoras a ponerse por su cuenta?

Todavía no puedo responder a esa pregunta porque llevo muy poquito tiempo en marcha. Los inicios siempre son difíciles, pero yo animo a la gente a que tengan iniciativas y no se queden en casa, de brazos cruzados, esperando a que las soluciones a sus problemas caigan del cielo. De todas formas, para poderte responder con toda sinceridad, tendremos que esperar unos meses, hacer balance y ver si ha merecido la pena…. ¡aunque yo creo que sí! Es más: siempre merece la pena luchar por aquello en lo que crees.

 

 

 

 

 

 

Carmen Dagloria

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