A Pilar Vargas
No declinas.
Pisas hierba de maestrías primitivas
y no declinas.
Silba la vendimia su vivaz destino.
Cuando negros satélites
braman tras la siembra,
tú danzas encajes amarillos.
Cuando el ave rapaz te consiente
el ardor de su lenguaje,
le devuelves el saludo con astros y con flores.
Si viene el viento a domesticarte
le respondes
que no dejarás que te anude al limbo;
que has visto derretirse
las dos mitades de la infancia;
que ya no agarras el mar
con palabras de razón hervida:
dejas que se acerque lento hacia tu lecho.
Y que mañana lo invitarás
con el amarre del poeta,
pues naciste de la mañana convencida
y con el tacto desprevenido
rebelándose contra luces amargas,
amando lo indomable del silencio.