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ISSN 1989-4163

NUMERO 53 - MAYO 2014

Robert Mapplethorpe

Lalo Borja

El mes pasado abrieron en París dos espectaculares muestras del fotógrafo norteamericano Robert Mapplethorpe.

Una en el Grand Palais, templo indiscutible de arte donde exhiben el trabajo de aquellos quienes han arribado a la cúspide de su obra; la otra en la Casa Museo Rodin, el estudio residencia del genio escultórico francés.

Estos hechos representan un salto enorme para el neoyorquino, quien entra ahora a formar parte del panteón internacional de artistas reconocidos a nivel mundial.

Durante muchos años, a partir de su inmersión en el demi-monde de los clubes clandestinos en callejuelas del puerto de Brooklyn y aledaños, donde fue a documentar prácticas sexuales poco comunes fuera de esa esfera, el fotógrafo comenzó a desarrollar una etiqueta que, si bien es cierto le granjeó un prestigio casi inmediato, también le mantuvo alejado de los grandes museos, al menos hasta ahora cuando abre en estos dos reconocidos centros artísticos de Francia.

En Estados Unidos fueron notorias las polémicas por los ataques virulentos de la derecha conservadora en el Congreso ante sus exhibiciones que, a finales de los años ochentas, a tiempo que moría, se mostraron en Washington y en Cincinnatti, donde el comisario de la muestra fue llevado ante los tribunales por contribuir al deterioro moral de la conciencia pública al mostrar tales fotografías.

El meollo del asunto, al menos desde el punto de vista político, tenía que ver con el uso de dineros provenientes del fisco para sustentar exhibiciones de un arte considerado “anormal”.

Por otro lado estaban los rigurosos discursos de corte religioso esgrimidos por el partido republicano argumentando el deterioro moral que enfrentaba aquella nación si las imágenes de Mapplethorpe no fueren censuradas.

Mapplethorpe luchó contra viento y marea desde sus primeros intentos en hacerse artista, trajinando la escultura casera, la manufactura de abalorios y el diseño de atavíos, hasta que finalmente le sonó la flauta por los caminos de la fotografía.

Su salto definitivo a la fama provino de la mano de un mecenas amante y millonario, Sam Wagstaff, quien puso a su disposición amplios fondos que habrían de liberarle de pretéritas angustias monetarias, además de darle entrada al enrarecido mundo social de la élite neoyorquina, algo que el artista había ambicionado desde siempre.

A partir de ahí sus retratos de artistas, galeristas, actores y millonarios se hicieron famosos a la par con su propio nombre.

Su transformación de joven desconocido a respetable practicante de arte corrió paralela a la de su joven amiga Patti Smith, poeta y cantante de rock, quien con los años ha llegado a formarse una respectable reputación como fotógrafa.

Uno de los mejores retratos ímtimos de esta pareja de jóvenes luchando por descollar en el arte a partir de los años sesentas puede leerse en la magnífica crónica de su amistad, escrita por Patti Smith bajo el título Just Kids, publicado en 2010, al que fue adjudicado el título ganador por la Sociedad Americana del Libro.

Desde su muerte, acaecida en 1989, su trabajo homoerótico como le llaman a sus retratos y desnudos de hombres, en su gran mayoría afro-americanos, ha sido mostrado en incontables exhibiciones.

Este aspecto singular de su obra ha sido atacado con frecuencia por críticos y analistas de arte quienes le han acusado de usar a hombres de esta minoría racial como objetos de explotación.

De hecho los retratos son en su gran mayoría recuentos fotográficos de hombres de raza negra, de físicos esculturales en los que el espectador puede admirar sin sonrojo las joyas de la corona en todo su esplendor.

Igualmente hay retratos de algunos desnudos de mujeres, en particular de la físico-culturista Lisa Lyons y flores de una contundente belleza.

El artista dijo alguna vez que lo que hacía era llevar ante el ojo público la belleza de esos hombres y la mística homosexual para sustraerla a su posición clandestina y pecaminosa dentro de nuestras sociedades.

Parece que el tiempo y la crítica, finalmente, le han dado la razón.

De igual manera la otra parte de su trabajo artístico, retratos de celebridades e imágenes con motivos cuasi-religiosos, han ocupado las paredes de cuanta galería se respete en ambas orillas del Atlántico.

http://www.musee-rodin.fr/sites/musee/files/editeur/tmb/121219_MR_RLA_VISUEL-1.jpg

http://www.grandpalais.fr/en/event/robert-mapplethorpe

 

 

 

 

 

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