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ISSN 1989-4163

NUMERO 53 - MAYO 2014

A Golpe de Antología

Estel Juliá

A raíz de las lecturas de los últimos tiempos me pregunto si en esto de la poesía no andaremos a “golpe de antología”. En un momento de nuestra historia reciente las antologías de poesía tuvieron un papel de recuperación de la tradición anterior, más tarde se convirtieron en declaraciones generacionales, cuando los poetas descubrieron que la crítica literaria había despegado definitivamente y, no solo se fijaba en ellas, sino que ejercía, a través de este tipo de instrumentos, un papel definitivo en la configuración del canon literario.

Pero en toda antología hay una intencionalidad y así nos lo decía José Agustín Goytisolo a raíz de la inminente publicación de "Veintiún poetas catalanes para el siglo XXI" en 1996: "La selección responde, obviamente, a mi gusto personal, pero en el libro propongo, además, otra serie de nombres que integran mi nómina de autores preferidos"( 1 ). Palabras que invitan a la reflexión de aquello que debemos tomar en cuenta, y aquello que no, cuando se trata de antologías.

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Y es que el espíritu antológico en los/las poetas, en estos tiempos, es ya es un hecho consumado. La tarea del antólogo/a en ocasiones se superpone a la de creador/a, como se superpone también, la de creador/a a la de editor/a (que normalmente siempre, en estos casos, es de poesía).

Los riesgos que corre el antólogo/a son evidentes, como sucedió en aquella famosa antología “Veintiún poetas españoles” por Rafael Millán, cuya selección corrió a cargo de Leopoldo de Luis en el año de 1956, y que a muchos les cayó muy, pero que muy tuerta, (discúlpenme los semiinvidentes) pagando los platos rotos del festín, finalmente, la editorial que la había publicado, Ágora, palabra mágica que siempre nos trae al recuerdo a la poeta cordobesa, Concha Lagos.

 

Pero no, no hablaré más de antologías, aunque sí de mujeres, de aquellas que sacrificaron su espacio de creación para extender su arte como medio de vida, aquellas que se arriesgaron a la difícil tarea de constituir una editorial favoreciendo la entrada en el “mercado poético” a nuevos autores que, en batiburrillo con los más nombrados (no me gusta eso de “canonizado” o “consagrado”, por las connotaciones eclesiásticas que tiene) componen el entramado cultural en el que se mueve la poesía. Una de estas mujeres, como es obvio, fue Concha Lagos, en aquellos tiempos de posguerra, hoy en esta segunda posguerra que vivimos, lo fue Ana Santos Payán.

Al frente de la editorial El Gaviero, Ana, abrió nuevos espacios en el Sur, con una nómina de 57 títulos (si no me equivoco) entre los que hay un buen conjunto de jóvenes voces. Pero no, Ana no hizo de antóloga, no, sino estar alerta y, también desde su gusto personal decidir qué autores/as publicaba.

Debo aclarar que no conocí a Ana, únicamente intercambié unas palabras por teléfono a partir de la adquisición de “Excepto yo (antología)” de Fatena Al-Gurra para el trabajo de investigación “Dietari visual d'Enric Alfons. Una proposta pictórica per contextualitzar algunes poètiques de l'Àfrica i l'Orient” (2012), donde incluí la traducción al catalán de un fragmento de “Ardo” y que Ana tuvo la gran delicadeza de dar noticia de ello en su cuaderno virtual (2).

cuaderno gaviero

De aquella traducción de Fatena siempre me quedó una espina clavada, porque el fragmento original (en árabe) y la versión en castellano, de Rosa Isabel Martínez Lillo, se hallan contenidas en la edición de El Gaviero publicada en 2010, a la vista de las certeras palabras de José Agustín que me ponen una vez más sobre la llamada de la traducción: "publicar traducción de poesía sin el original al lado me parece una falta de respeto. Además, es una buena manera de asegurar la calidad. ¡Cuántas pésimas traducciones del catalán he tenido que leer! Auténticos desastres" (1).

No sé si aquel poema de Fatena AlGurra en catalán fue un desastre, en cualquier caso sirvan las menciones anteriores para guiar al lector hacia su juicio. Lo cierto es que últimamente cada vez más pienso en aquellos “Malditos poemas” que dejé aparcados hace años en un cajón olvidado y que siempre me digo que he de retomar junto a los grabados de Goya, pero como bien diría José Agustín, "a ver quién se atreve hoy a publicar un libro de sonetos. Si los mejores ya están escritos, ¿para qué competir con Góngora?" (1).

 

Sin duda, con Góngora, es imposible competir, tampoco es posible hacerlo en ocasiones, con antólogos o editores. Son batallas perdidas, como hoy la de Ana, aunque siempre nos quedará el recuerdo de su editorial El Gaviero (3), su Cuaderno Gaviero (2), y sus apuntes sobre poesía española contemporánea en forma de libros editados en papel (algunos de ellos en formatos arriesgados) que desde hoy ya forman parte de la historia de la poesía de este país.

 

Referencias bibliográficas y enlaces:

(1)  Vidal, Pau (1996), "Veintiún poetas catalanes para el siglo XXI", El País. http://elpais.com/diario/1996/12/10/cultura/850172405_850215.html

(2)  Cuaderno Gaviero: http://cuadernogaviero.blogspot.com.es/2013/06/version-catalana-un-fragmento-de-ardo.html

(3)  El Gaviero ediciones: http://www.elgaviero.com/

 

 

Ana Santos Payán

 

 

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