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ISSN 1989-4163

NUMERO 53 - MAYO 2014

Palabras de Asno

Cristina Casaoliva

Los datos de mejoría económica son claramente engañosos y no se adentran en las realidades irresolubles y trágicas. Lo realmente preocupante no es tanto la recuperación global sino la personal, por sectores.

Todos hemos leído titulares con datos precisos que expresan la preocupación de la sociedad por la tasa de paro de los más jóvenes que aunque preocupante, lo es, si se me permite, menos alarmante que la posibilidad real de reinserción al mundo laboral de todos los desempleados de más de 40 años.

En el tercer trimestre del 2013 el número de desempleados mayores de 45 años ascendía a 1.824.500, casi cuatro veces más que en el mismo periodo del 2007.

Ahora, en plena locura total, cuando las personas en activo han perdido el derecho a quejarse por el recorte a sus derechos fundamentales, por el mero hecho de tener empleo. Cuando para conseguir un empleo de dependienta te piden que hables cuatro idiomas y para vender pan contratan a licenciados en filología. En una época en la que has de vivir a dos calles del puesto de trabajo y en el que ser mujer y/o madre es una motivación extraoficial para no contratar a la candidata, la fea cara de snob, clasista de alguna privilegiada sale a relucir y nos toca escuchar declaraciones fascistas como las que hizo Mónica Oriol.

Mónica Oriol a la que no podemos llamar señora, es la presidenta del Círculo de Empresarios desde el 2012, es consejera de Indra y presidenta de Seguriber Umano, sí exactamente esa Seguriber, la misma que se encargaba de la seguridad del Madrid Arena el día de la tragedia. Y debe de ser fabuloso poder estar pluriempleado sin tener que fichar diariamente en tus distintos empleos, sin dejar por ello de cobrar sendos sueldos. Pues esta mujer profesionalmente privilegiada y madre de seis hijos a los que educa según declaraciones propias a ritmo dictatorial, ha declarado que “ahora hay un millón de parados con cualificación cero cobrando un salario mínimo aunque no valgan para nada”, afirmando “que hay que dar trato desigual a las personas con formación desigual”.

Evidentemente Oriol ya ha entonado el mea culpa, falso como un beso de Judas Escariote, muy al estilo Borbón en sesión de disculpas post elefanticidio, que claro está no se cree nadie y que por lo que parece estamos obligados a aceptar. Al igual que según cree debemos aceptar una nueva reforma laboral en la que no se paguen ni tan sólo los 18 lastimosos días por año trabajado.

En primer lugar ha un gran número de titulados con capacidades laborales nulas para casi todo. En segundo, este tipo de declaraciones en personas con cargos del nivel de la presidenta del Círculo de Empresarios deberían estar penadas, que tal trabajar un par de meses en la obra a ver si empieza a valorar el trabajo ajeno. Ya nos sentaremos alguno de nosotros a cobrar tres sueldos, hacer declaraciones estúpidas y moralmente reprobables y a pasearnos de modo altivo desdeñando al prójimo durante ese tiempo.

La valía y cualificación de una persona no debería medirse por el número de titulaciones, sino por la cantidad de conocimientos, junto con las capacidades personales. Por que se puede aprender sin ir a la Universidad, claro está no para ser cirujano, pero hay muchas maneras de adquirir conocimientos, todos ellos válidos y las personas afortunadamente en la mayoría de los casos venimos con capacidades de serie, ampliadas con el paso del tiempo y la experiencia, claramente menospreciada, por el sector rancio del empresariado, que carecen de una total falta de respeto hacia el colectivo de trabajadores y ciudadanos autónomos, estén o no en paro.

Sí desde luego deberíamos efectuar una reforma laboral.

Una en la que contratar a mayores de cuarenta contara con deducciones fiscales notables, en las que emplear a mayores de 55 tuviera exenciones tributarias. Donde hubiera ayuda a los emprendedores, sean estos jóvenes o no tanto. Una reforma en la que baje el IVA y los autónomos sólo paguen cuando tengan ganancias.

Donde los empresarios que hagan contratos estables y con sueldos decentes, no estuvieran ahogados en impuestos, cotados por hacienda, la seguridad social y a saber que otros estamentos.

Una reforma en la que el sueldo mínimo fuera de al menos 900 euros y que la experiencia y los conocimientos se consideraran cualificaciones válidas y remunerables.

Con directivos como la señora Oriol muy en la línea del ejecutivo que menoscaba a los trabajadores, al pueblo y nuestros derechos a la menor ocasión, la recuperación económica está claro que será exclusivista y limitada a la cúpula social económica y que el ciudadano de a pie seguirá en la oscuridad del desempleo, el desprecio y el olvido por largo tiempo.

Mientras seguimos escuchando alternativamente en voces como las de la no señora Oriol, palabras de asno, como una letanía.

 

 

 

 

 

 

Mejor las torrijas

 

 

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