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ISSN 1989-4163

NUMERO 141 - MARZO 2023

 

Transición

Andrés Guilló

Carla nació en el seno de una familia bastante humilde, con una madre obsesionada por la belleza y un padre maltratador y alcohólico. Roberto, su padre, cuando Carla tenía seis años, murió de varias puñaladas en la espalda que fueron propinadas por su mujer, Paca. Tras varios juicios, al poder demostrar que fue en defensa propia quedó libre y sin cargos.

En el séptimo cumpleaños de Carla, su madre la presentó a un importante concurso infantil de belleza.  Después de varias y duras pruebas tras el paso de las semanas, la niña se alzó con el primer premio. Al ganar el concurso su vida dio un vuelco. En poco tiempo abandonaron el barrio donde vivían. Se trasladaron al centro. Viajaban con frecuencia y rodó muchas películas como protagonista, algunas de ellas alcanzaron mucho éxito. Grabó varios discos con las bandas sonoras de sus filmes. Todas las pequeñas de la época querían ser como ella.  Se convirtió en una niña prodigio. La etapa de su infancia y adolescencia la perdió en este mundo de luces y sombras.

Carla creció rodeada de lujos, pero sin tener amigas en quien confiar y compartir experiencias, su madre era la que dirigía su carrera junto a un viejo chulo que siempre llevaba pegado, malgastando en vicios todo el dinero que la pequeña ganaba. Su cabello rubio fue perdiendo el color, dando paso a otro más oscuro, su cuerpo experimentó un cambio, dejando a un lado el aspecto infantil, sus pechos crecieron y tenía que rodearlos de gasas apretadas para poder seguir trabajando algo más, su voz dejó de ser la de una niña. 

En España se empezaban a respirar los nuevos aires de la transición. El cine ya no quería niñas prodigio, sólo buscaba mujeres atractivas que sin pudor exhibieran sus atributos ante la cámara. A Carla no le importó. Continuó su carrera. Las marquesinas de los cines españoles se adornaban con imágenes troqueladas de mujeres en las que Carla era habitual. Sus películas ahora apenas se recuerdan, relegadas a un injusto olvido de un cine que en aquellos años representó un cambio cultural y político. Era un rostro asiduo de las revistas del corazón, vendió varios romances y algún que otro escándalo relacionado con el alcohol y las drogas. Sus pósteres a doble página donde aparecía desnuda adornaban las cabinas de los camiones, y las paredes de los talleres mecánicos. Fue un icono sexual muy importante en nuestro país. Tras una década, ese tipo de películas dejaron de interesar y sus protagonistas eran olvidadas. Carla no fue una excepción.

Con el paso de los años, ya casi cuarenta, aún hoy nadie sabe qué fue de ella. Su rastro se perdió.


                                                   ***


Yo tuve una infancia muy feliz. Fui un niño adoptado. Hoy en día he formado una familia propia. A mis hijas les encantan esas películas protagonizadas por aquella niña de cabello rubio y mirada clara. Se ríen con sus travesuras y canturrean sus canciones. Una extraña melancolía me asalta con frecuencia al no poder explicarles que esa niña pizpireta que ellas tanto admiran es su abuela. El único recuerdo personal que conservo de mi madre son varias fotografías que he podido recopilar con el paso de los años, eso, y la sonrisa que ella siempre mostró en sus películas.

 

 


 

 

 

Carla

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 
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