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ISSN 1989-4163

NUMERO 91 - MARZO 2018

Acerca de un Poemario Intuitivo y Pensativo

Ángela Mallén

Autora: Itziar Mínguez. Título: Idea intuitiva de un cuerpo geométrico. Editorial L.U.P.I. 94 páginas. 12€

HIPÓTESIS NULA

Hay libros que se escriben a vuelapluma y otros que se forman a la velocidad en que sedimentan los minerales. Idea intuitiva de un cuerpo geométrico pertenece a esta segunda especie. Su propio título llevaba veinte años en el fondo de la cabeza de su autora. Y, como todo aquello que sedimenta, contiene mesura y solidez.

POSTULADOS

Propongo entrar en el poemario a través del concepto “intuición”. Intuir es un acto repentino, eléctrico y escurridizo. Pero lo que encontramos en este libro son reflexiones sobre las intuiciones. Intuiciones que se ralentizan, se meditan, y de ellas resultan poemas reflexivos sobre lo intuido. Por eso encontramos versos más amplios que de costumbre, más solemnes. Como en sus anteriores libros, Itziar Mínguez encuentra la poesía de los actos y de los pensamientos. Porque es la poesía intrínseca en los actos y en los pensamientos la que busca, y no la que se les añade o se deposita sobre ellos. De ahí que sus poemarios sean bellos desnudos plasmados en blanco y negro. La presente entrega nos muestra esa misma belleza del desnudo observado al trasluz. Sin embargo, aquí se le reconoce un añadido geométrico, o volumétrico, (provocado quizás por la nueva puntuación).
 
Este segundo concepto: “geometría”, también abstracto, nos ayuda a entender de dónde parte la autora cuando emprende la escritura. Parte de una pulsión científica, una exigencia metódica y una base interrogativa. Puesto que sin pregunta no hay ciencia ni epistemología. De hecho, en el interior de todo el poemario laten preguntas ocultas, como si fuera un libro de agujeros negros.

Y si los conceptos anteriores abarcan en abstracto, ¿qué es lo que abarcan? Abarcan lo concreto: “El cuerpo”.  Un cuerpo par, un cuerpo impar. Un cuerpo que experimenta la soledad y también la complicidad. Porque Idea intuitiva de un cuerpo geométrico es un libro de amor. De relación. De ramificaciones neurológicas. Nos muestra un cuerpo geométricamente doble, como un reloj de arena en el que dos conos invertidos comparten la misma sustancia y miden el mismo tiempo.

Tres poetas guardan los capítulos como tres arcángeles racionalistas: Cesare Pavese, Fernando Pessoa y Emily Dickinson. Sus citas nos abren una puerta a la idea de cotidianidad, otra a la de fugacidad, una tercera al tránsito y una cuarta a la premonición.

Hallamos, entonces, un cuerpo geométrico; pero también un corpus arquitectónico en el que se distinguen círculos concéntricos. Puertas que se abren al tránsito. En la zona más íntima se encuentran los amantes enfrentados tanto al hechizo como al tedio, insistiendo en amar. Si un poema en forma de humo nos habla de la lucha por defender el amor que se escapa, otro indaga en esa extraña dependencia de los individualistas “Nunca dos quieren ser uno / al mismo tiempo”. Encontramos poemas que dialogan con lucidez escéptica, desde una suspicaz defensa del compromiso. Susurran secretos y claves compartidas. Expresan la complicidad de los amantes. La belleza química del amor. La tozudez del amor. El empeño. La clausura. El primer olvido, el síntoma de olvido. Y en el día después del amor, leemos una dulce plegaria librepensadora: “Que la mañana/no se haga muy larga, / que no te arrepientas, / que el buen tiempo / tu vida acompañe”. Y llega por último el hambre deliciosa de amor. La transferencia. El juego para reproducir lo perdido. El grito en sordina: quédate.

Alcanzamos un “Entreacto” donde la autora se detiene a estudiar los límites de la compañía. Pero es en el capítulo “De un cuerpo impar” donde se rompen los puentes “…justo en el centro mismo de aquel puente / -¿te acuerdas?- donde una vez / prometiste que nada / en el mundo / podría derribarnos”. En este punto del poemario, ya instalada la voz poética en la unicidad (“No estoy solo. /Soy impar”), aparece la conjetura, la hipótesis. Porque desde la individualidad se activa el escáner que barre y retrata los mundos y procesa la realidad. Despierta así, además, la conciencia del mundo interior, donde el amor se enciende y apaga, donde la vida adquiere la dureza de un mecanismo temporalizado y hace falta un poco de ironía para confrontarse con la muerte.

Hay un cuarto concepto: “tiempo”, cuyo tic tac resuena por todo el poemario. El tiempo presente y el ausente (el pasado y el venidero). Podemos decir, en síntesis, que componen estas páginas tanto lo geométrico como lo temporal. El tiempo y el espacio se entrelazan en el libro, como si se tratara del propio tejido del universo. Y por eso son los científicos quienes nos dan su última clave, el último concepto: “incertidumbre”. “Debemos aceptar la existencia de posibilidades en vez de certezas”, ya lo dice Galdarf y ya lo planteó Heisenberg.

CONCLUSIÓN

Idea intuitiva de un cuerpo geométrico es un libro mineral y animado. Es un libro de cálculos complejos e hipótesis arriesgadas en busca de respuestas a las grandes preguntas de la humanidad. Sus claves son: la intuición, la geometría, el cuerpo, el tiempo y la incertidumbre. Esta última se desvelará en su capítulo final, cuando la autora pone en duda, metódica, también su única herramienta de análisis: las palabras. “Descubrió que las palabras no saben por qué están aquí, / desconocen su destino tanto como los hombres / que las crearon para explicarse a sí mismos.”

Y no obstante queda un matiz de esperanza. Lo sabrá el lector cuando llegue a la última de estas sólidas y translúcidas páginas.


Idea

 

 

 

 

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