"No se es libre  mientras se desea, se quiere, se teme, tal vez no sea uno libre mientras  vive."
                        Opus nigrum 
Margherite Yourcenar                      
                      Estoy muy Triste
                      1.
                        Estoy muy triste.
                        Se me devanan los  sesos en un intento vano por alcanzarte.
                        Otra vez.
                        Por enésima vez en  este mes.
                        Daría lo que fuera  por no haberte perdido.
                        Mi mano, mi muslo, el  coxis, aquello que no tengo,
                        hasta los recuerdos  que no son míos.
                        Doliente,
                        me apropio de lo que  no fui.
                        Y paso a ser yo dos  veces,
                        la que quise y la que  odié.
                        De lo que fui ni me  acuerdo,
                        tal es la mordedura  de la serpiente.
  ¿Qué hacer ahora con  la cicatriz que ostento?
                        La que paseo ignara  por el mundo traidor que me dejaste.
  ¿Por qué no te  llevaste contigo el desespero?
  ¿A qué viene sufrir  siempre dos veces?
                       
                              * * *
                      FUI CONTIGO
                       
                      1.
                        Ese cuerpo que él ama  con su cuerpo ya viejo,
                        el que magrea  hambriento cual en última cena.
                        Los dedos que desliza  por las marcas rojizas del tirante bajado.
                        Las nalgas que ha  atrapado, plas, con las palmas abiertas.
                        La espalda de la  mujer que amó y ahora lo vela:
                        el húmedo cabello,  las mechas desleídas,
                        cruzado el bolso en  diagonal perfecta.
                        Y ese llanto que  nadie escucha, ese silencio.
                      2.
                        Soy
                        la voz que  acariciaste,
                        el pesimismo que  sacaste a flote,
                        que rescataste a  tiempo.
                        Esos ratos ajenos a  los sueños que conseguí hacer míos, cautivos.
                        Fui tu sombra
                        en el rincón oscuro  de la niñez.
                        Y en los años mozos  del optimismo,
                        y allí donde hondaban  las miserias primeras, siempre contigo.
                        A tu vera visioné los  llantos contenidos,
                        deambulé contigo  ensimismada
                        por las cuestas  ariscas de los días.
                        Pasado fue el  presente
                        como incierto el  futuro en tu regazo.
                        Fui contigo ese globo  pinchado
                        que escapa entre las  manos
                        y los primeros  laberintos de tus ojos
                        fueron nube que  vuelve
                        y tormenta que se  despierta.
                        Fui contigo.
                      3.
                        No fui lo que creía  ser.
                        Creí ser más y era  menos,
                        acaso menos que más,
                        casi más pero siempre  menos.
                        En un instante detenido  advertí la magnitud del error.
                        Fue la catástrofe:
                        un avión despeñado en  pleno vuelo.
                        Me quemé en la sopa  fría.
                        Y en el trance de  admitir la conciencia
                        corrí, tapados los  oídos, contra el viento.
  ¡Qué tremendo el  impacto!
                        En la certeza  absoluta de quererte, me desmembré.
  ¿Quién espera ahora  el amor que me acechaba?
  ¿En qué hombros  depositaré las alforjas que llevaba?
  ¿A qué susurros me  asiré para vencer los miedos?
                      4.
                        Quisiera no temblar,
                        conservar la  entereza.
                        Que no me venza el  abismo
                        de verte alejarte con  la soga al cuello.
                        Mi soga,
                        la que me atenazaba,
                        la que me moría.
                        Yo quise morir por ti  y ahora no puedo.
  ¿Qué crueldad niega  la muerte al moribundo,
                        en qué medida es el  amor más infinito que la vida?
                        Prisionera de  temblores que ensordecen,
                        veo tu sombra en  cualquier parte.
                        Me acecha.
                        Tal vez no quiera  estar cerca,
                        pero acude.
                        No aseguro que sea la  tuya,
                        pero se le asemeja,
                        quiero que se le  parezca.
                      5.
  ¿Por qué?
  ¿Cuál fue la señal?
  ¿Quién la dio?
  ¿Qué fuerza  primigenia,
                        anclada en el  pleistoceno de tus entrañas,
                        te invitó a hacerlo?
  ¿En qué remoto  cántaro de tu sed estaba escrito?
  ¿Era necesario?
  ¿Se lo contaste a  alguien?
                        Si el imperativo  categórico podía deshacer el embrujo,
  ¿por qué no lo hizo  antes?
  ¿A qué viene la espera,
                        los meses compartidos  en el silencio de la traición?
  ¿Se sabe de antemano  lo que no se desea?
  ¿O sólo se conoce el  deseo?
  ¿Es el no tan  poderoso como el sí,
                        se anuncia con igual  revuelo?
                        A veces dudo, dudo.
                      6.
                        Como el fugitivo  malherido
                        que arrastra en el  cuerpo un balazo mortal.
                        Así me siento.
                        Penitente.
                      7.
                        Se acabó la colonia  que tú me regalaste.
                        El gel de baño que  usabas
                        feneció, sumidero  abajo, hace ya tiempo.
                        Celada por las  persianas de tu ausencia,
                        veo pasar la vida.
                        Y es que en esa  película muda yo no salgo,
                        no estoy, no soy  nada.
                        Acaso la sombra  errante que dejaste un día.
                      8.
                        No quiero ser quien  eres
                        ni quiero ser yo  misma.
                        No quiero ser nada  que no sea la palabra.