No Profanar el Sueño de los Muertos
    Vicente Muñoz 
     
    Sin  lugar a dudas, una de las películas de terror españolas más emblemáticas de los  años 70, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras, que poco a poco se ha  ido convirtiendo en un clásico de culto y en un referente ineludible del cine  de zombis.
    Aunque La noche de los muertos  vivientes (1968), de George A. Romero, sea  anterior y mucho más conocida, No  profanar el sueño de los muertos (1974),  de Jorge Grau, no le va en absoluto a la zaga ni en calidad ni en prestigio (a  mí, de hecho, me gusta más), y contiene todos los ingredientes esenciales del  género: tensión y suspense de alto voltaje, vísceras y sangre a raudales, y,  muy importante también, una crítica social encubierta contra el sistema  capitalista y la cosificación de los individuos en las sociedades modernas, en  este caso además con tintes ecologistas añadidos.
    Grau  se toma su tiempo para perfilar concienzudamente a los personajes e  introducirnos pausadamente en la trama, más de media película, pero cuando  entra finalmente en materia lo hace por la puerta grande: todo un festival de  canibalismo y horror, litros de hemoglobina y secuencias y escenas que aún hoy  ponen los pelos de punta.
    Magnífico  guion e interpretaciones (especialmente las de Arthur Kennedy y Cristina Galbó,  que bordan sus papeles), música y fotografía, y un final sorprendente y  descorazonador como guinda añadida al pastel.
    Para chuparse los  dedos.