-Todavía voy vestida de blanco perlado.
Y ahora me dispongo a atravesar el umbral de esta puerta
de un material surgido de la fusión
de lo férreo, lo pétreo y lo leñoso,
para acceder a ti.
Pero te exijo sin superfluos preámbulos
que cuando todo estalle y estallemos
concluyas con mi nombre incluido en el grito
de “oh, mi amor”.
-Irrumpe en mi vida, Margarita.
Interrumpe mi letargo,
desasosiega mi hibernación,
invade impunemente mis sueños premeditados,
arruina mis muros de contención,
explora mi recuperada juventud de nuevo sublevada,
desexorcízame lentamente hasta que la palabra se haga carne,
arráncame de la hondonada de mi pecho el tatuaje de mi talismán favorito,
ese, sí,
desprecia altiva mi antigua virtud.
eternízame ese inminente instante por llegar.
El placer es inmensamente mío
cuando tú así me despiertas,
¡¡¡Margarita, oh, mi amor!!!