AGITADORAS

PORTADA

AGITANDO

CONTACTO

NOSOTROS

     

ISSN 1989-4163

NUMERO 99 - ENERO 2019

Perorata del Insensato

Il Gatopando

Autor: Miguel Sánchez-Ostiz. Pamiela Etxea. 2015. 348 páginas.

Atrincherado en la noche en un palacio abandonado en el que pasara largas temporadas interno cuando servía de manicomio, rodeado por efectivos de la Guardia Civil, Juan García Inoria, alias Juanito Pastillitarojigualda, desgrana los principales acontecimientos que han marcado su vida con la momia de una monja que en su día atendió el centro como interlocutora. Tal es la premisa de Perorata del insensato, la novela del veterano escritor navarro Miguel Sánchez-Óstiz, editada por Pamiela Etxea en 2015.

Las doble condición del protagonista que define su trayectoria ha sido la de loco y la de pintor. Con la primera nos adentramos en las circunstancias de las personas que sufren una enfermedad mental vista desde la parte más vulnerable: su dificultad para encajar en el entramado familiar, los encerramientos en psiquiátricos, el ambiente que en ellos se vive y las relaciones que allí se establecen, las jerarquías, la labor de los profesionales que velan por la salud mental incluidos sus abusos de autoridad, las monjas que cuidan a los enfermos, como fue el caso de sor Hilda cuya momia se ha procurado como compañía.

Juan García Inoria se explaya también sobre su vocación como pintor y su ambición por desarrollar una carrera profesional y obtener el éxito en Madrid, donde viviría largas etapas de su vida. Ello le da pie a describir, con una visión ácida y descacharrante, la evolución del mundillo artístico y cultural de la capital desde los años ochenta hasta la actualidad, no exenta de cierto morbo al no ahorrar el autor los nombres de algunos de sus integrantes.

El fresco que resulta de la perorata del insensato es el de una sociedad desquiciada, cínica, oportunista y traicionera, asentada en la impostura, en la que el loco se revela como el personaje más coherente, cuyo destino no parece otro que introducir el dedo en la llaga y ser condenado.

Es el de Juan García Inoria un monólogo alucinado, disparatado, libre, inventivo en la expresión y muy socarrón, que lo mismo recurre a anglicismos derivados en casticismos, que se vale del argot taurino -las críticas despiadadas que recibe por parte de personajes influyentes del mundo artístico que buscan destruirle las denomina “rejón”.

Nos ilustra también sobre sus amoríos, siempre en clave de “amor fou”, y sus repetidas escapadas del psiquiátrico, como aquella en la que acaba trabajando en un circo. Es el suyo un monólogo-diatriba que apela a la complicidad del lector, dado lo inverosímil de sus circunstancias y la frenética sucesión de sus altos y bajos. Así, el protagonista lo mismo se enriquece al tocarle la lotería que es dado por muerto lo que le permite procurarse una nueva identidad como ciudadano argentino.

Es el propio autor quien en el epílogo ofrece claves para posicionarse ante la novela, la cual emparenta con la tradición del teatro de guiñoles -en el suyo no queda títere con cabeza-, con la sátira y el esperpento, marcando distancias entre autor y narrador, haciendo también explícitas sus referencias musicales, literarias y pictóricas, las cuales se filtran en el texto, transformando una obra de poso amargo en una fiesta del sinsentido burlesco.

Habrá a quien 348 páginas de exaltado monólogo le parezcan muchas, al menos en los tiempos que corren, y habrá también quien encuentre cierta resistencia para progresar en la primera parte de la novela al girar los acontecimientos en una clave más personal, en comparación a la segunda en la que la trayectoria artística del protagonista adquiere mayor relevancia y gracias a sus inquietudes y al entorno en que se mueve, permite al lector encontrar más asideros.  

A quienes persistan Sánchez-Óstiz les brinda una despiadada crítica de la España nueva rica, sin valores más allá del medrar y el acomodarse al sol que más calienta que JGI, en su inconsciencia o, más bien, en su tozuda consecuencia como artista libre y comprometido atraviesa como un estilete pagando el inevitable peaje por ello, de ahí su imperiosa necesidad de explayarse y de justificarse. Finalizada la lectura uno concluye que, más que la de un insensato, ha leído la perorata de un insumiso.

 

 

 


Perorata del insensato

 

 

 

 

 

 
@ Agitadoras.com 2019