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ISSN 1989-4163

NUMERO 18 - DICIEMBRE 2010

Albardillar a Miguel Hernández

Daniel de Culla

Cedacito nuevo
Tres días en estaca
Ay, han puesto el capirote a un Poeta
Los porfiados albardanes
Que se comieron su vida y su pan
Le han vuelto a colocar
Aun después de muerto
En la silla de domar potros
Entre caballetes o camellones
Con que se separan
En los campos de nabos o cementerio
Los cuadros sepulcrales.

El barro que se pega al arado
Salpica a los que presumen de sabelotodo
En la Rreal Akademia del Rebuzno de España
En todos tiempos
Delatores infames y perversos
Cueva donde se recogen  las bestias
o fieras del Verbo.

Su amada, esposa a la fuerza
Borda la lana del lomo de la cabra
Cuando está  flaca.
Y dicen que le dijo a su galán
Que le hiciese una poesía
¡Y le hizo un hijo¡
En punto fijo
Donde el Asno encuentra su estrella
En el firmamento o cielo
De tejas abajo.

 

Ved: Hay una lonja de tocino
En la almohadilla
Que se puso Miguel al hombro
Al tañido de compás muy acelerado
Cuando el albarráneo
Perro de ganado trashumante
Tras la hierba piojera
Se sometió al amor
De la alborada del crimen cristiano fascista
Y su muerte
Albendera los disantos hilandera
Maceraba el cáñamo en la alberca
De los desaparecidos a la fuerza.

Poeta de alberguería o pena
Que te resististe a sufrirla
¿ Sabes que han colocado
Un libro de tus Obras Completas
En el pesebre real en alcahuete
En lugar del de boca
Entre los entreactos cortos
De poetas y supersticiosos populares?
Que multitud de poemas hechos
En tonos Rebuznales
E institucionales
¿Y en limpio que hemos sacado?

 

Se te ha intentado adiestrar
Una vez más
Lo mismo que al gavilán, al azor,
Al neblí y otras aves
En haldas o en mangas
De una u otra manera
Velis nolis
Por las buenas o por las malas
Como entonces
Y no han podido
Porque Tú ocupas tu asiento
En la silla de la Vida
Y has pelado una cebolla
Como quien va en romería
A Roma o tierra santa
Pasando el charco con tu barca
Y mandando a todos
A escarbar cebollinos
Que dan hatería a los pastores
Y, a pesar de que te  infesten con su aliento
No te falta ni una hebilla.

De Hombre y Poeta.

                                                                                         

 

Miguel Hernández

 

 

 

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