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ISSN 1989-4163

NUMERO 62 - ABRIL 2015

La Mujer no Tiene quien le Escriba

Carmelo Arribas

 

Con mucha frecuencia, las leyendas y mitificaciones esconden verdades de algo que sucedió, pero que ha sido superado en el tiempo, sin embargo, el remoto origen de ciertos acontecimientos, se adorna a veces con el ropaje de los relatos fantásticos.

Existen suposiciones que opinan que la mujer pudo ser la inventora de la escritura. Es posible que el sedentarismo, más propicio que el nomadismo al desarrollo de caracteres escritos, la llevara a expresar con ideogramas, plasmados en cualquier superficie desde el cuero, los huesos, o la misma pared de la caverna, ciertas constataciones ya agrícolas, administrativas o comerciales, que no deseaba olvidar, e incluso se atribuye a la diosa babilónica Tasmetum, esposa de Nabu, dios de la sabiduría y de la escritura , el ser la inventora de la escritura cuneiforme .

Del reinado de Naram-Sin , rey Acadio que dominó Mesopotamia, por el 2200 a.C, se ha encontrado un texto escrito por Enheduanna , una sacerdotisa En , escriba en el templo de Nannar, en Ur. La historia narra en primera persona el sufrimiento de la sacerdotisa, que ha sido expulsada de la ciudad de Ur por el lugal (1) local.

Podría ser un relato, sin base real, pero en el caso de existir esta Enheduanna, debía de ser una excepción porque (2) “ En los millares de tabletas administrativas publicadas hasta la fecha y que corresponden aproximadamente al año 2000 a. de J. C., se hallan mencionados en calidad de escribas los nombres de unos quinientos individuos, y, para mejor definir su identidad, muchos de estos escribas anotan, a continuación de su nombre, el de su padre, indicando al mismo tiempo su profesión. Después de haber compilado cuidadosamente estas tabletas, Schneider comprobó que los padres de los escribas (escribas que habían pasado todos por la escuela) resultaban ser los gobernadores, los «padres de la ciudad», los embajadores, los administradores de los templos, los oficiales, los capitanes de navío, los altos funcionarios de hacienda, los sacerdotes de diversas categorías, los administradores y directores de empresas, los interventores, los contramaestres, los mismos escribas, los archiveros y los contables. En resumen, los escribas eran los hijos de los ciudadanos más ricos de las comunidades urbanas.

No consta ni una sola mujer como escriba en estos documentos; es, por lo tanto, muy probable que la masa de los estudiantes de la escuela sumeria estuviese constituida exclusivamente por hombres.”

Es cierto, que la escuela sumeria se había constituido en un primer momento en unas dependencia del Templo, y podría ser, que las sacerdotisas ejercieran como escribas, pero con el tiempo, esta actividad, se transformó en una institución seglar, y ya no habría lugar para las mujeres, lo que nos confirmaría la situación social de la mujer y su imposibilidad de dar el paso del Templo a la vida cotidiana, aunque en algún caso como el que indica el relato anterior, por imposición de algún gobernante, podría ocupar algún lugar en la administración pública.

No deja de ser curioso que la situación familiar que describen los hombres en las tablillas y que este asiriólogo transcribe en su libro (3) sea muy semejante a la actual

“Los maridos sumerios se sentían a menudo desatendidos. Este, por ejemplo, no está nada satisfecho:

«Mi mujer está en el Templo,

Mi madre está en la orilla del río

Y yo estoy aquí, muriéndome de hambre.»

Nada tiene de extraño, pues, que en estas condiciones, el sumerio lamentase a veces haberse dejado arrastrar un poco por la pasión:

«Para el placer: matrimonio,

Pensándolo mejor: divorcio.»

Podía darse el caso (y ello es cosa que aún se ve hoy en día) que los dos novios abordasen la vida en común con sentimientos muy diferentes. De ello es testigo este breve y elocuentísimo comentario:

«Un corazón alegre: la novia.

Un corazón afligido: el novio.»

En cuanto a las suegras, parecen haber sido entre los sumerios mucho menos difíciles para convivir con ellas que las suegras contemporáneas; en todo caso, no ha llegado hasta nosotros ninguna queja, ni ningún chiste o anécdota sumeria referente a las suegras. En Sumer eran las nueras quienes gozaban de mala fama. Lo atestigua el siguiente epigrama, que les da un buen rapapolvo al final de una larga lista de las personas que componen la familia, cuya estructura y relación apenas ha cambiado en varios milenios.

«El botijo en el desierto es la vida del hombre;

El calzado es la niña de los ojos del hombre;

La esposa es el porvenir del hombre;

El hijo es el refugio del hombre;

La hija es la salvación del hombre;

Pero la nuera es el infierno del hombre.

Una vez más el mayor adelanto de la historia de la humanidad, como ha sido la escritura, puede haber salido de las manos de una mujer, pero su memoria, debemos adivinarla entre las brumas de los relatos fantásticos.

(1) Lugal: Gobernador, o rey local.

(2) Noah Kramer. Samuel. La historia empieza en Sumer. Edición digital.

(3) Noah Kramer. Samuel. La historia empieza en Sumer . Edición digital.

 

 

 

 

 

La mujer...

Cuneiforme

Un hombre

 

 

 

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